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El cordero y el lobo
E
n un corral vivía
un manso corderillo,
y a verlo por las rejas del portillo
un lobo engañador se acerca un día.
Mirándolo el cordero
le dice temeroso:
—¿Qué se le ofrece a usted, buen caballero?
—Vengo a buscar —el lobo le contesta—
la hierba que produce la floresta,
y el agua clara de la fuente pura,
que una vida frugal, dulce y modesta
puede darnos tan sólo la ventura.
—Yo sé que usted devora
la sangre con placer en sus furores.
—Eso era en otro tiempo,
pero ahora maldigo las costumbres
que tuvieron mis bárbaros mayores,
y nunca probaré más que legumbres,
tallos flexibles y olorosas flores.
—Esto —dice el cordero— es un milagro.
—¡Eh! No se admire usted, pues me consagro
a estudiar la moral —replica el lobo—,
detesto la matanza y odio el robo.
En el bien he cifrado mi alegría;
puede usted convencerse cuando quiera:
en aquella pradera
he visto alfalfa tierna y agua fría;
pastaremos en buena compañía.
—¿Ya no es usted cruel? En tal concepto
—dice el cordero— acepto.
Y sale el inocente,
y el lobo con furor le clava el diente.
Pensad en el cordero desgraciado,
y no sigáis, ¡oh niños!,
los astutos consejos del malvado.
José Rosas Moreno
El perro y el gato
E
l noble Misifuf, gato goloso,
que era en todo el país ladrón famoso,
entraba a la despensa cada día
por oculto camino,
y allí con alegría
fiero destrozo hacía
en el queso, en el pan y en el tocino.
Miraba el dueño el daño,
y quién era el ladrón no adivinaba:
pero una vez que Misifuf sacaba
una torta de pan de buen tamaño,
Milord, el vigilante,
el perro favorito,
del hábil gato descubrió el delito,
y la torta quitándole arrogante:
“Pérfido, infame gato,
ira me causa verte”,
le dijo con colérico arrebato;
“por vil, y por ladrón, y por ingrato
morir será tu suerte,
que el robo se castigue con la muerte.
¿Cómo tienes, infame, la osadía
de escarnecer el código sagrado
que nuestra sociedad ha sancionado?.
..
¡Oh cuánta corrupción hay en el día!
Tu vida será corta.
..
yo mucho he de gozar en tu agonía.
..”
Y en tanto que decía
con gran delicia se comió la torta.
Hay en el mundo número no escaso
de apreciables varones,
que de moral y leyes dan lecciones,
y cuando llega el caso
desmienten la moral con sus acciones.
José Rosas Moreno
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