Practica esta lección: Ir al examen
123
Una mañanita húmeda de rocío estaba el Conejo
pensando cómo entrar a buscar zanahorias. Y estaba
tan concentrado que ni cuenta se dio de que había
llegado el Coyote y, de puntitas, se había puesto
detrás de él y le tapaba la entrada a su madriguera.
—Hoy no te me escapas, conejito —le dijo el Coyote,
muerto de hambre como siempre—. Hoy sí voy a
desayunar.
—¡Espera, coyotito, espera! —exclamó el Conejo
atragantándose de susto, y enmudeció aterrado.
La
as
tu
cia
de
la
Co
ne
ja
T X²O: Felipe Garrido / IL³S²RA´µÓN: Gabriela Gómez ¶lorente