Practica esta lección: Ir al examen
32
El fantasma
de Canterville
T
EXTO
: Oscar Wilde, adaptación
I
LUSTRACIÓN
: Josel
Cuando el señor Otis, ministro de Estados Unidos, adquirió
el castillo de Canterville, todo el mundo le dijo que cometía
un grave error, pues aquel castillo estaba embrujado.
Incluso el señor Canterville se lo advirtió cuando trataron
las condiciones de compra-venta.
—Mi familia y yo —dijo el señor Canterville— nos
hemos negado a vivir allí desde hace mucho tiempo.
Es mi deber advertirle que el fantasma ha sido visto por
todos nosotros.
—Señor Canterville —contestó el ministro sonriendo—
compraré el castillo con todo y fantasma por el mismo
precio. Soy un hombre moderno y estoy seguro de que
si queda todavía un auténtico fantasma, algún jovencito
de mi país lo atrapará para colocarlo en uno de nuestros
museos o exhibirlo como un fenómeno de feria.
—El fantasma sí existe —insistió el señor Canterville—
hace más de tres siglos que se le conoce.
—¡Bah! Los fantasmas no existen —contestó el señor Otis.
—Bueno, si a usted le gusta tener un fantasma en casa,
¡qué mejor!; sólo recuerde que yo lo previne —concluyó el
señor Canterville.
Después de unas semanas se cerró el trato, y el señor
Otis y su familia se mudaron al castillo.