Cuaderno de actividades de aprendizaje /
Literatura II
79
OFELIA.- Con permiso, una cosa del Príncipe Hamlet
POLONIO.- Vaya, ha hecho bien.
Me han dicho que últimamente te dedica
mucho tiempo y que tú le dispensas
tu atención con gran esplendidez.
Si es así, como me han insinuado
a modo de aviso, debo decirte
que no pareces comprender con claridad
tu lugar como hija mía ni tu honra.
¿Qué hay entre vosotros? Dime la verdad.
OFELIA.- Señor, últimamente me ha dado
muchas muestras de su afecto.
POLONIO.-
¿Afecto? ¡Bah! Veo que estás verde
e inexperta en cuestión tan peligrosa.
¿Crees en sus muestras, como tú las llamas?
OFELIA.- Señor, no sé qué pensar.
POLONIO.- Pues yo te enseñaré. Considérate una niña
al haber dado por valiosas unas muestras
que no son de ley. Muéstrate más cauta
o, por no agotar el término acosándolo,
harás que yo sea muestra de idiotez.
OFELIA.- Señor, me ha galanteado
de un modo decoroso.
POLONIO.- Ya, a modo de capricho. ¡Vamos, vamos!
OFELIA.- Y me ha corroborado sus palabras
con todos los divinos juramentos.
POLONIO.- Sí, cepos para pájaros. Sé bien
que, cuando arde la sangre, el alma se prodiga
en juramentos. Hija, esas llamaradas,
que dan más luz que calor y se extinguen
cuando parece que prometen,
no las tomes por fuego. Desde ahora, hija,
escatima un poco más tu virginal presencia,
haz que tus encuentros exijan algo más
que la orden de acudir. Respecto a Hamlet,
créele en la medida en que es joven,
y piensa que el ronzal con que se mueve
es mucho más largo que el tuyo. En suma, Ofelia,
no creas sus juramentos, pues son intermediarios
de distinto color del que los viste,
abogados de causas impías, que se expresan
como santos y piadosos alcahuetes
para seducirte mejor. No lo repetiré:
hablando claro, no quiero que en adelante
deshonres ni un momento de tu ocio
conversando con el Príncipe Hamlet.
Haz lo que te digo. Vamos, ven.
OFELIA.- Os obedeceré, señor.
Salen.
I.iv Entran HAMLET, HORACIO y MARCELO.
HAMLET.- El viento corta implacable. Hace mucho frío.
HORACIO.- Este viento hiela y te traspasa.
HAMLET.-
¿Qué hora es?
HORACIO.- Creo que casi las doce.
MARCELO.- No, ya las han dado.
HORACIO.-
¿Ah, sí? No he oído nada.
Entonces se acerca la hora
en que el espectro acostumbra a vagar.
Toque de trompetas y dos salvas.
¿Qué signiFca esto, señor?