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B
loque
II
Analizas los fundamentos de la racionalidad humana
en el contexto del pensamiento clásico griego
Los sofstas y Protágoras
Hacia el siglo IV a.C., el interés de los flósoFos se va desplazando gradualmente,
del
ser al hombre
. De concentrar los esfuerzos en saber qué son las cosas, poco a
poco van interesándose más y más no sólo en lo que
el hombre
es, sino también
en lo que puede y debe ser.
El desarrollo de la democracia es en parte responsable de este
reajuste
de las
prioridades de la inteligencia. Porque en
las ciudades que decidieron regirse por
un gobierno democrático se concibió un nuevo ideal de hombre: el del
ciudadano
.
Antes de la democracia, los griegos vivían bajo el dominio de monarcas y cabecillas,
a los que además les correspondían importantes funciones y privilegios
de orden
religioso. Además, según las ideas más comunes de la época, esos gobernantes
pertenecían a una especie de casta, a una categoría de hombres superiores, y por
lo tanto, era natural y justo que gobernaran y dominaran a los hombres “normales”.
Como podemos imaginarnos, con la democracia todo esto cambió de manera
drás-
tica
.
Porque la democracia parte de la
constatación
de la igualdad fundamental de
los seres humanos, y aun cuando puede aceptar y hasta promover ciertas desigual-
dades y jerarquías, no acepta otro criterio para asignar las posiciones que el mérito
intelectual y ético. Es decir, en la democracia se admite que unos hombres puedan
mandar a otros, pero sólo a condición de que
los que manden sean los más sabios,
y los que han demostrado consistentemente una preocupación por el bien común.
En el mundo de los reyes y los cabecillas, el mundo anterior a la democracia y la
Filosofía,
se pensaba que
la excelencia humana estaba reservada a una pequeña
casta, que además también gozaba
exclusivamente de la riqueza y el poder. Los
griegos tenían una palabra para esa excelencia:
areté
. Esta
areté
se manifestaba
como salud, fortaleza y belleza del cuerpo, y también como justicia y valentía del
alma, y agudeza de la mente. Se tenía por cierto que la areté sólo podía ser hereda-
da: quien la poseía la había recibido necesariamente de sus padres.
La democracia siguió creyendo en la
areté
, pero cambió las cosas para siempre al
afrmar que podía ser alcanzada por cualquiera, sin importar a qué clase social se
perteneciera. Además, los primeros
demócratas sostuvieron que existía un camino
para alcanzar la
areté
, abierto a todos los que quisieran recorrerlo: la
educación
,
a la que llamaron
paideia
. Ya hemos insistido en que la Filosofía y la democracia
nacieron juntas. Pues bien, lo que ahora debemos agregar es que esas dos revolu-
ciones vinieron, y no por casualidad, acompañadas de
otra: la educación. Filosofía,
democracia y educación, ese es precisamente el legado de los griegos.