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Adviertes la condición humana derivada
de la Filosofía posmoderna
B
loque
IV
Por si fuera poco, a Stalin le era rendido un culto a la personalidad tan exagerado
que parecía que fuera una especie de dios; su retrato en formato gigante se podía
ver en todas las plazas y edifcios;
contradecirlo se pagaba con
tortura y
muerte.
¿Cómo el régimen que aseguraba haber nacido para hacer a los hombres iguales
había podido degenerar en la dictadura más perturbadora e irracional que se había
visto?
La Unión Soviética, además, exportó su “modelo” a los países que quedaron
en su zona de inFuencia, de modo que Checoslovaquia, Polonia, Bulgaria y Rumania
padecieron dictaduras similares.
Pero lo que terminó de desacreditar totalmente al régimen soviético
fue el
descubrimiento dentro de su territorio, en la década de los 60,
de un sistema de
campos de concentración parecido al montado por los nazis, en
que eran recluidos
los ciudadanos que se oponían al gobierno. Este ue el golpe fnal que acabó con
las esperanzas puestas en el llamado “socialismo real”.
La Unión Soviética, cada vez más desprestigiada en el mundo, y cada vez más
cuestionada por sus mismos ciudadanos, terminó por desaparecer defnitivamente
en 1991. Este desplome parecía confrmar las dudas que algunos
flóso os ya
comenzaban a tener desde unos años antes acerca de la capacidad humana para
dirigir la historia. El más representativo de esos flóso os, y que, por cierto,
ue
el
que comenzó a hablar propiamente de posmodernidad, fue el
francés Jean Francois
Lyotard (1924-1998). Lyotard defnió la posmodernidad
como la incredulidad rente
a los relatos con que la modernidad nos explicaba la historia, especialmente el del
papel del conocimiento en ella.
Veamos. Según Hegel, quien es quizás el mejor ejemplo de la actitud flosófca
característica de la modernidad,
el conocimiento avanzaría hasta comprender el
mundo en su totalidad. Y todo este saber permitiría, agregaron
Comte y Marx,
resolver los problemas de la humanidad. Por ello, los flóso os, pero sobre todo los
científcos, estarían contribuyendo con sus descubrimientos al progreso humano.
Tras acontecimientos como las dos guerras mundiales, el Holocausto, la bomba
atómica y el
derrumbe de la Unión Soviética, estos grandes relatos explicativos
que en cierto modo predecían el futuro histórico (y en los que se insistía en
que la
humanidad se dirigía a la prosperidad, la concordia
y la abundancia), a muchos les
parecieron, literalmente, “puros cuentos”. Se pensó que era vano tratar de descubrir
el sentido, la dirección, de la historia, y muy importante, se dejó de considerar que
el desarrollo científco conduciría mecánicamente a la humanidad a un mejor uturo.
Se perdió esa confanza.