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Identifcas la Filoso ía como disciplina global
Tampoco es posible pensar en una sociedad democrática en la que no se dialogue
de forma continua, pues precisamente lo que distingue
a las sociedades democráti-
cas es que en ellas la capacidad de decidir no es patrimonio exclusivo de nadie. La
democracia parte del principio de que las mejores decisiones son las que benefcian
a la comunidad en su conjunto, y de que para encontrar esas decisiones es necesa-
rio discutirlas una y otra vez.
En resumen, el diálogo es uno de los grandes descubrimientos del ser humano, im-
portante desde el punto de vista del conocimiento, de las relaciones interpersonales
y de la organización política.
Pensar es un arte, y el diálogo es uno de sus más importantes instrumentos. Y al
revés de lo que ocurre con otros instrumentos, para utilizar el diálogo se requiere
al menos de dos personas. Dialogando “cincelamos” las ideas, las perfeccionamos,
las hacemos más parecidas a la realidad a que se referen, más útiles para com
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prender el mundo a nuestro alrededor, y nuestro mundo interior también.
4. Ética
Desde la perspectiva mítica, hay
dos problemas, dos preguntas que contestar:
¿cómo conocer la voluntad de los dioses? y ¿cómo hacer que esa voluntad nos sea
favorable? La adivinación pretende responder a la primera pregunta, los rituales a
la segunda. Se parte de una inquietud sobre lo que nos depara el destino, y se trata
de investigar qué nos pasará en el futuro. También se da por supuesto que para el
hombre es sufciente
con que sus circunstancias de su vida sean
razonablemente
buenas y estables.
La perspectiva ética se funda en
una preocupación similar, pero en contraste, no se
pregunta por la voluntad de los dioses, ni se inquieta demasiado por ella. Tampoco
parece compartr la convicción de que los dioses pueden resolver los problemas
fundamentales, ni da por hecho que al hombre le baste una razonable abundancia
para vivir bien y realizarse.
En sus momentos iniciales, la
Ética trató
de determinar qué le conviene hacer a los
hombres independientemente de lo que les depare el destino.
Los primeros flósoFos desarrollaron un cierto escepticismo respecto a los dioses: en
los mitos mismos éstos son mostrados como seres demasiado parecidos a los seres
humanos, propensos a arrebatos emocionales, víctimas recurrentes de toda clase
de pasiones y codicias. Nada garantizaba, como algún desastre natural o derrota
militar lo
dejaban
ver de vez en cuando, que los rituales los hicieran siempre
propicios a los hombres. Después de todo, no se puede obligar a un dios a que haga
algo.