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ESPAÑOL
I
DON ROSALíO: 
Por aquÍ cerca, cuando andaba en la revolución.
DON NABOR: 
¿Y cómo es la historia del valiente Nicolás?
DON CENÓN: 
Cuéntenosla.
Se sientan los tres alrededor de don Rosalío, que se 
sienta en algo más alto, y empieza a contar.
DON ROSALíO: 
Esto es que el valiente Nicolás era un soldado de 
caballerÍa: traÍa sombrero tejano, chaqueta militar, un 
gran sable y espuelas.
DOñA BRúJULA: 
¿Y cómo era su cara?
DON ROSALíO: 
Era para espantar a cualquiera.
DON NABOR: 
¿Y qué hacÍa?
DON ROSALíO: 
PedÍa dinero prestado.
DON CENÓN: 
¿Por eso era valiente?
DON ROSALíO: 
Era valiente, porque no lo pagaba.
DOñA BRúJULA: 
¿Y cómo hacÍa para no pagar?
DON ROSALíO: 
Degollaba al que le cobraba.
DON NABOR: 
¡No me diga usted!
DON CENÓN: 
¿Lo degollaba?
DOñA BRúJULA: 
¿Le cortaba la cabeza al que le cobraba?
DON ROSALíO: 
Con el sable que traÍa.
DON CENÓN: 
Yo no le hubiera prestado ni un centavo.
DOñA BRúJULA: 
Ni yo.
DON ROSALíO: 
Los hubiera degollado.
LOS TRES: 
¿Por qué?
DON ROSALíO: 
Porque también degollaba al que no le prestaba.
DON CENÓN: 
¡Ay, qué caray, qué hombre tan terrible ha de haber 
sido el valiente Nicolás!
DON NABOR: 
¿Y no habÍa nadie que le avisara al juez?
DON ROSALíO: 
No habÍa juez que se le pusiera enfrente.
LOS TRES: 
¿Por qué?
DON ROSALíO: 
Porque a los jueces también los degollaba.
DON CENÓN: 
¡Ay, qué caray, pues no habÍa escapatoria con ese 
valiente Nicolás!
DOñA BRúJULA: 
¡Bendito sea Dios que los tiempos han cambiado!
DON CENÓN: 
¡Que ya no hay valientes Nicolases!
DON NABOR: 
Porque ahora, el que debe paga.
LOS TRES: 
Lo que uno le cobra.
DON NABOR: 
Y la prueba de eso la tiene usted en mi chamarra.
DON CENÓN: 
Y en mi sarape.
DOñA BRúJULA: 
Y en mi rebozo.
LOS TRES: 
Y en el dinero que traemos aquÍ guardado. ¡Bendito 
sea Dios, que los tiempos han cambiado!