SECUENCIA 13
76
Así creyó haberse ganado la voluntad de ambos, y 
pronto desatendió a Dafnis; pero a Cloe la obsequiaba 
de diario, ya con blandos quesos, ya con guirnaldas de 
flores, ya con frutas sazonadas. Y hasta hubo ocasiones 
en 
que le trajo un becerro 
montaraz
, un vaso sobredo-
rado y pajarillos cazados en el 
nido. Ignorante ella del artifi-
cio y malicia de los amadores, 
tomaba los regalos y se ale-
graba más aún porque con 
ellos podía regalar a Dafnis.
No tardó éste en conocer 
también las obras de Amor. 
Entre él y Dorcon sobrevino 
contienda acerca de la her-
mosura. Cloe había de sen-
tenciar. Premio del vence-
dor, un beso de Cloe. Dorcon habló 
primero de esta manera:
Yo, 
zagala
, soy más alto que Dafnis, y valgo más de 
boyero que él de cabrero, porque los bueyes valen más 
que las cabras. Soy blanco como la leche y rubio como 
la 
mies
cuando la 
siegan
. No me crió una bestia, sino 
mi madre. Este es chiquitín, lampiño como las mujeres 
y negro como un lobezno. Vive entre 
chotos
, y su olor 
ha de ser atroz, y es tan pobre, que no tiene para mante-
ner un perro. Se cuenta que una cabra le dio leche, y a la 
verdad que parece cabrito. Así dijo Dorcon. Luego con-
testó Dafnis:
Me crió una cabra, como a Júpiter, y son mejores 
que tus vacas las cabras que yo 
apaciento
. Y no huelo 
como ellas, como no huele 
Pan
, que casi es macho ca-
brío. Bastan para mi sustento queso, blanco vino y 
pan 
bazo
, manjares campesinos, no de gente rica. Soy lam-
piño como Baco, y como los jacintos, moreno; pero 
más vale Baco que los 
sátiros
, y más el jacinto que la 
azucena. Este es 
bermejo
como los zo-
rros, barbudo como los chivos, y 
como las cortesanas blanco. Y mira 
bien a quién besas, pues a mí me 
besarás la boca, y a él las cerdas 
que se la cubren. Recuerda, por 
último, ¡oh zagala!, que a ti tam-
bién te crió una oveja, y eres, no 
obstante, linda. 
Cloe no supo ya conte-
nerse, y movida de la ala-
banza, y más aún del lar-
go anhelo que por besar 
a Dafnis sentía, se levan-
tó y le besó; beso inocente y sin arte, pero harto pode-
roso para encenderle el alma.
Dorcon huyó afligido en busca de nuevos medios 
de lograr su amor. Dafnis no parecía haber sido besa-
do, sino mordido; de repente se le puso la cara triste: 
suspiraba con frecuencia, no reprimía la agitación de 
su pecho, miraba a Cloe, y al mirarla se ponía rojo 
como la grana. Entonces se maravilló por primera 
vez de los cabellos de ella, que eran rubios, y de sus 
ojos, que los tenía grandes y dulces como las bece-
rras, y de su rostro, más blanco que leche de cabra. 
No tomaba alimento sino para gustarle, ni bebida sino 
para humedecerse la boca. Estaba 
taciturno
, cuando 
antes era más 
picotero
que las cigarras; yacía inmóvil, 
cuando antes brincaba más que los chivos; no se cura-
ba del ganado; había tirado la flauta lejos de sí, y tenía 
pálido el rostro como 
agostada
hierba. Únicamente 
con Cloe o pensando en Cloe volvía a ser parlero. A 
veces, a solas, se lamentaba de esta suerte:
montaraz.
salvaje.
zagala.
muchacha.
mies.
trigo.
siegan.
cosechan.
chotos.
chivos.
apaciento.
pastoreo.
Pan.
Dios griego 
protector de los rebaños.