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SECUENCIA 13
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Así creyó haberse ganado la voluntad de ambos, y
pronto desatendió a Dafnis; pero a Cloe la obsequiaba
de diario, ya con blandos quesos, ya con guirnaldas de
flores, ya con frutas sazonadas. Y hasta hubo ocasiones
en
que le trajo un becerro
montaraz
, un vaso sobredo-
rado y pajarillos cazados en el
nido. Ignorante ella del artifi-
cio y malicia de los amadores,
tomaba los regalos y se ale-
graba más aún porque con
ellos podía regalar a Dafnis.
No tardó éste en conocer
también las obras de Amor.
Entre él y Dorcon sobrevino
contienda acerca de la her-
mosura. Cloe había de sen-
tenciar. Premio del vence-
dor, un beso de Cloe. Dorcon habló
primero de esta manera:
Yo,
zagala
, soy más alto que Dafnis, y valgo más de
boyero que él de cabrero, porque los bueyes valen más
que las cabras. Soy blanco como la leche y rubio como
la
mies
cuando la
siegan
. No me crió una bestia, sino
mi madre. Este es chiquitín, lampiño como las mujeres
y negro como un lobezno. Vive entre
chotos
, y su olor
ha de ser atroz, y es tan pobre, que no tiene para mante-
ner un perro. Se cuenta que una cabra le dio leche, y a la
verdad que parece cabrito. Así dijo Dorcon. Luego con-
testó Dafnis:
Me crió una cabra, como a Júpiter, y son mejores
que tus vacas las cabras que yo
apaciento
. Y no huelo
como ellas, como no huele
Pan
, que casi es macho ca-
brío. Bastan para mi sustento queso, blanco vino y
pan
bazo
, manjares campesinos, no de gente rica. Soy lam-
piño como Baco, y como los jacintos, moreno; pero
más vale Baco que los
sátiros
, y más el jacinto que la
azucena. Este es
bermejo
como los zo-
rros, barbudo como los chivos, y
como las cortesanas blanco. Y mira
bien a quién besas, pues a mí me
besarás la boca, y a él las cerdas
que se la cubren. Recuerda, por
último, ¡oh zagala!, que a ti tam-
bién te crió una oveja, y eres, no
obstante, linda.
Cloe no supo ya conte-
nerse, y movida de la ala-
banza, y más aún del lar-
go anhelo que por besar
a Dafnis sentía, se levan-
tó y le besó; beso inocente y sin arte, pero harto pode-
roso para encenderle el alma.
Dorcon huyó afligido en busca de nuevos medios
de lograr su amor. Dafnis no parecía haber sido besa-
do, sino mordido; de repente se le puso la cara triste:
suspiraba con frecuencia, no reprimía la agitación de
su pecho, miraba a Cloe, y al mirarla se ponía rojo
como la grana. Entonces se maravilló por primera
vez de los cabellos de ella, que eran rubios, y de sus
ojos, que los tenía grandes y dulces como las bece-
rras, y de su rostro, más blanco que leche de cabra.
No tomaba alimento sino para gustarle, ni bebida sino
para humedecerse la boca. Estaba
taciturno
, cuando
antes era más
picotero
que las cigarras; yacía inmóvil,
cuando antes brincaba más que los chivos; no se cura-
ba del ganado; había tirado la flauta lejos de sí, y tenía
pálido el rostro como
agostada
hierba. Únicamente
con Cloe o pensando en Cloe volvía a ser parlero. A
veces, a solas, se lamentaba de esta suerte:
montaraz.
salvaje.
zagala.
muchacha.
mies.
trigo.
siegan.
cosechan.
chotos.
chivos.
apaciento.
pastoreo.
Pan.
Dios griego
protector de los rebaños.