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Para reflexionar
…
La
convivencia
en sí es un aprendizaje y éste debe incluir la capacidad de vivir
juntos en colaboración, incluye también el manejo de estrategias para la resolución
no violenta de los conflictos, habilidades de comunicación, autocontrol,
asertividad
y empatía.
De allí surge la responsabilidad por el otro, presente en los valores de solidaridad y
colaboración. La convivencia consiste, en gran medida, en compartir, y a compartir
se aprende: tiempos y espacios, logros y dificultades, proyectos y sueños. El
aprendizaje de valores y habilidades sociales, así como las buenas prácticas de
convivencia, son la base del futuro ciudadano en una cultura de país animada por
la construcción de proyectos comunes. Y ese aprendizaje tiene lugar importante
en la experiencia escolar.
El aprendizaje de la convivencia (aprender a vivir con otros) en la escuela [
…
] es
considerado como uno de los desafíos centrales de la tarea educativa actual, de
tanta relevancia como el aprender a conocer y, por tanto, su reducción a un mero
instrumento al servicio del aprendizaje cognoscitivo; plantea una mirada limitada
sobre la convivencia: ésta tiene valor en sí misma, en el que uno de sus beneficios
puede ser la motivación para aprender.
La generación de un buen ambiente de convivencia no es "algo que se hace" con
los alumnos, sino que involucra y afecta a todos [
…
], ya que tiene que ver con las
relaciones entre alumnos, profesores y alumnos, las relaciones de los profesores
con sus autoridades educativas y la comunidad.
Lo anterior implica la idea de proceso continuo, es decir, que no es algo que se
logra como meta o de manera definitiva, sino que es una búsqueda permanente y
dinámica que responde al ritmo de la vida del grupo escolar y de la escuela
misma.
Ricardo Salgado Torres (2006),
Convivencia escolar.
Desafío de la tarea educativa actual.