209
Libro para el Maestro
A N E X O 2
—Pero, ¿por qué vivían en el fondo de un pozo?
—Toma un poco más de té —ofreció solícita la Liebre de Marzo.
—Hasta ahora no he tomado nada —protestó Alicia en tono ofendido—, de modo que 
no puedo tomar más.
—Quieres decir que no puedes tomar menos —puntualizó el Sombrerero—. Es mucho 
más fácil tomar más que nada.
—Nadie le pedía su opinión —dijo Alicia.
—¿Quién está haciendo ahora observaciones personales? —preguntó el Sombrerero en 
tono triunfal.
Alicia no supo qué contestar a esto. Así pues, optó por servirse un poco de té y pan con 
mantequilla. Y después, se volvió hacia el Lirón y le repitió la misma pregunta: —¿Por 
qué vivían en el fondo de un pozo?
El Lirón se puso a cavilar de nuevo durante uno o dos minutos, y entonces dijo:
—Era un pozo de melaza.
—¡No existe tal cosa!
Alicia había hablado con energía, pero el Sombrerero y la Liebre de Marzo la hicieron 
callar con sus «¡Chst! ¡Chst!», mientras el Lirón rezongaba indignado:
—Si no sabes comportarte con educación, mejor será que termines tú el cuento.
—No, por favor, ¡continúe! —dijo Alicia en tono humilde—. No volveré a interrumpirle. 
Puede que en efecto exista uno de estos pozos.
—¡Claro que existe uno! —exclamó el Lirón indignado. Pero, sin embargo, estuvo dis-
puesto a seguir con el cuento—. Así pues, nuestras tres hermanitas.
.. estaban aprendien-
do a dibujar, sacando.
..
—¿Qué sacaban? —preguntó Alicia, que ya había olvidado su promesa.
—Melaza —contestó el Lirón, sin tomarse esta vez tiempo para reflexionar.
—Quiero una taza limpia —les interrumpió el Sombrerero—. Corrámonos todos un sitio.
Se cambió de silla mientras hablaba, y el Lirón le siguió: la Liebre de Marzo pasó a ocu-
par el sitio del Lirón, y Alicia ocupó a regañadientes el asiento de la Liebre de Marzo. El 
Sombrerero era el único que salía ganando con el cambio, y Alicia estaba bastante peor 
que antes, porque la Liebre de Marzo acababa de derramar la leche dentro de su plato.
Alicia no quería ofender otra vez al Lirón, de modo que empezó a hablar con mucha 
prudencia:
—Pero es que no lo entiendo. ¿De dónde sacaban la melaza?
—Uno puede sacar agua de un pozo de agua —dijo el Sombrerero—, ¿por qué no va a 
poder sacar melaza de un pozo de melaza? ¡No seas estúpida!
—Pero es que ellas estaban dentro, bien adentro —le dijo Alicia al Lirón, no queriéndose 
dar por enterada de las últimas palabras del Sombrerero.
—Claro que lo estaban —dijo el Lirón—. Estaban de lo más requetebién.
Alicia quedó tan confundida al ver que el Lirón había entendido algo distinto a lo que 
ella quería decir, que no volvió a interrumpirle durante un ratito.