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Sugerencia didáctica 
Organicen dos equipos. A cada uno se le han asignado dos relatos sobre la experiencia de algunas 
personas en relación a sus primeros empleos, los cuales deberán leer y después responder las 
siguientes preguntas.  
¿Cuándo comenzó a trabajar?, ¿cómo era su situación personal y familiar?  
¿En qué consistía su trabajo?, ¿le gustaba o no? 
¿Cuáles fueron los aprendizajes que les dejo esta experiencia? 
Cuando los equipos hayan terminado ambas tareas, deberán presentar al resto del grupo una breve 
síntesis del relato que leyeron, así como la respuesta a la pregunta acerca de los aprendizajes y 
experiencia obtenida en su primer trabajo. 
Equipo 1 
Historia 1 
Cuando tenía 14 años, después de salir de la escuela trabajaba vendiendo suscripciones al periódico 
de mi ciudad natal [
…
] Tenía que ofrecerlas de puerta en puerta. Y aunque a menudo me sorprendía 
la noche recorriendo las calles, sentía una genuina gratitud por el trabajo. 
Era todo un reto porque a la gente no le gusta que un desconocido lo moleste, y mucho menos un 
pobre chiquillo que quiere venderle algo. En una ocasión, un hombre me dio con la puerta en las 
narices después de gritarme: —¡Detesto tu maldito periódico!— Haciendo de tripas corazón, volví a 
llamar, me dejó explicarle las ventajas del diario ¡y terminó comprándome una suscripción! Pronto me 
convertí en uno de los mejores vendedores y me asignaron la responsabilidad de capacitar a los novatos. 
Historia 2 
Afortunadamente me ha ido bien con lo de los trabajos. Yo empecé a los 15 años. Mi tío tiene dos 
tlapalerías y yo era el encargado de una después de la escuela. Tenía que estar en el negocio, no era 
un empleo formal, pero me ayudaba con mis gastos hasta que terminé mis estudios de educación 
básica. Ahora estoy en Bachilleres y continuo combinando el estudio con el trabajo.  
Equipo 2 
Historia 1 
Cuando tenía diez años conseguí mi primer empleo. Mi papá se lesionó la espalda y alquiló un local 
en un pequeño centro comercial para poner una peluquería a la que puso el 
pomposo
nombre de 
“Las tijeras de oro”. El dueño del centro comercial le hacía un descuento en el alquiler a cambio de 
que limpiara el estacionamiento tres veces a la semana, lo que le representaba levantarse a las 3 de 
la madrugada. Mientras él recogía la basura con una pequeña máquina que parecía una podadora, mi 
mamá y yo retirábamos con las manos otros desperdicios y vaciábamos los botes de basura. 
Tardábamos de dos a tres horas.  
Allí trabajé durante dos años. No he olvidado lo que aprendí: disciplina y sentido del deber. Además, a 
esa corta edad comprendí la importancia de equilibrar distintos intereses de la vida: escuela, tareas y