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SECUENCIA 4
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Lean los siguientes textos.
Caso admirable de la explicación de la
doctrina
[...] Había jurado un hombre, gravemente ofendido, no confesarse, ni quitarse la
barba antes de lavar su afrenta en la sangre de su enemigo. Cumplió más de dos
años su
inicuo
juramento, cuando supo que se hallaba en Puebla su ofensor. Mar-
chó prontamente armado de pistolas [.
..] partió a la plaza[.
..]. Justamente era uno
de aquellos días, en que después de haberse cantado [.
..] la santa doctrina, se
hace a los indios [.
..] una breve explicación de alguno de los puntos más subs-
tanciales. Hablaba el catequista de los que
dilatan
convertirse, huyendo el
saludable sacramento de la penitencia. El hombre enfurecido daba vueltas a
la plaza como un león hambriento, y no hallando a su enemigo, se llegó al
confuso tropel de gentes que cercaba al predicador. Fingía oír el sermón
mientras llegaba la ocasión de vengarse; pero aquel Señor [.
..] le mudó re-
pentinamente el corazón y acabó en ternura, en arrepentimiento y lágrimas [.
..].
Confesó [.
..] los pecados más graves de que pudo hacer memoria. Volvió a la plaza
en busca de su ofensor, abrazándole muchas veces, y pidiéndole a voces perdón de
sus malos intentos.
Francisco Javier Alegre (1729-1788).
Historia de la compañía de Jesús en Nueva España
. Tomo I,
México: Imprenta de J.M. Lara, 1841.
Y después acá que Dios crió,
y vinieron los hijos por la divina voluntad de Dios,
el uno se llamaba Miguel Omacatzin y Pedro Ca Pollicano, que ellos son los mayo-
res de todos los que quedaron y Dios les puso en el corazón diciendo o conversan-
do entre estos dos amigos, y dijo el uno: aquí no tenemos a quien volver los ojos
ni ha de venir de otra parte el que nos ha de decir lo que hemos de hacer [.
..]. Y
luego los dos que eran como padres de todos se consultaron el que habían de te-
ner por patrón, y aquella noche se estaban acordando qué santo habían de esco-
ger y el dicho Miguel Omacatzin no estaba dormido y vio un hermosísimo español
que lo llamaba por su nombre y le dijo: Mírame que ya estoy aquí que me deseáis
a que yo sea vuestro patrón. Yo me llamo Santiago que es mi gusto que yo os am-
pare. Y el dicho Miguel Omacatzin quedó muy espantado a que le hablase aquel
santo.
Título primordial de Santiago Sula
. Archivo General de la Nación: Ramo Tierras, v. 2548, exp. 11, fols. 23 r. y s.
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Como saben, ambos textos son fuentes primarias porque fueron escritos durante el
periodo que se estudia en este bloque. Con base en el discurso expuesto en las fuen-
tes, respondan lo siguiente:
> ¿Quién escribió el primer texto?
Inicuo:
Injusto, malvado.
Dilatan:
Alargan,
extienden algo para que
dure más tiempo.