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Cultura de
la prevención
BLOQUE V
Lo que sé y lo que… opino
1. Lean el siguiente texto.
LECCIÓN
19
Podrás aplicar lo aprendido en tus clases
de Español y Ciencias Naturales.
De un momento a otro me despertó un ruido que venía de muy abajo, como del
fondo de la tierra, y de la nada todo empezó a dar vueltas y a temblar y temblar. Salté
de la cama junto a mi mujer y corrimos al cuarto de mi hija de siete años. La encon-
tramos llorando y abrazada a su almohada. Salimos lo más rápido que pudimos a la
calle, cayéndonos, porque tampoco se podía caminar ni correr, ya que la tierra se
movía de arriba abajo.
Cuando la tierra dejó de moverse y sonar, recién se escucharon con
fuerza los gritos y los llantos de las personas. Yo sentía que las piernas me
temblaban. Mi hijita seguía llorando. Mi mujer también. No me había
dado cuenta, pero yo también estaba llorando. Los tres nos abrazába-
mos con fuerza.
Cuando amaneció, vi que nuestra casa estaba destruida. Mi casa,
que era de dos pisos, estaba casi de cabeza. Era como si un gigante
hubiera venido y la hubiera volteado por jugar. Mi carro había salido
despedido hasta la calle de enfrente, 50 metros más allá. Todas las
casas estaban en el piso y los carros de cabeza. Los ediFcios estaban
de costado, a punto de caerse. El puente que daba a la carretera estaba
destruido. Los postes de luz en el piso. Las veredas y las pistas levanta-
das. Parecía una pesadilla. O una película de ciencia Fcción.
Las primeras caras que vi fueron de miedo, de pavor, pero luego solamente
vi caras de sorpresa. Nadie podía creer lo que había pasado. Algunos ni siquie-
ra lloraban, sólo miraban sus propiedades en estado de
shock
, con la boca abierta.
Otros buscaban a sus familiares entre los escombros, los llamaban a gritos. Nadie
sabía qué hacer.
El domingo en la mañana empezaron los saqueos. La gente estaba desesperada
porque lo había perdido todo y la ayuda del gobierno no llegaba. Empezaron a me-
terse a los supermercados, a las gasolineras, a las farmacias, destrozando puertas y
ventanas, llevándose lo que podían. Pero no sólo agua o cosas para comer, sino que
también otros aprovecharon y se robaron televisores, computadoras, refrigeradores,
lavadoras. Era un caos. Nadie ponía orden.
Ricardo Aguirre, sobreviviente de un sismo de 8.8 grados en escala Richter ocurrido en Chile en 2010.
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