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Cuando querían casarse no realizaban ceremonias especiales; 
únicamente, el pretendiente de la mujer regalaba la carne o la piel 
de un venado al padre de ella, quien le entregaba como esposa a 
su hija. 
En estos grupos eran frecuentes las fiestas o mitotes, que 
realizaban para preparar la guerra o los ataques para hacer la 
paz con grupos enemigos o sólo por gusto. Con anticipación, 
elaboraban barbacoa y recolectaban peyote para ofrecer a sus 
invitados.
En los mitotes danzaban, cantaban y tocaban mÚsica con 
instrumentos elaborados con calabacitas secas rellenas de 
piedritas a manera de sonaja; los tambores los hacÍan con troncos 
de quiotes y pellejo de animal; a los palos de mezquite les hacÍan 
ranuras y los tallaban unos con otros.
En la guerra utilizaban como armas el arco, que hacÍan de la raÍz 
del mezquite, la flecha de carrizo, el chuzo, la macana y el chimal, 
que era como un escudo con el que se protegÍan de los golpes.
No tenÍan una religión, por lo que no habÍa sacerdotes ni 
templos; sólo adoraban al Sol, al que le dedicaban cada animal 
cazado en el dÍa.
Cuando alguien morÍa se pintaban la cara con ceniza, 
dibujándose lagrimones, y daban gritos lastimeros. Enterraban a 
los muertos en cuevas y llanos.
Los antiguos pobladores adoraban al Sol.
RepresentaciÓn del festejo prehispánico 
llamado “mitote”.