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Cuando llegaron Hidalgo, Allende y los demás jefes y tropas a Saltillo, mucha 
gente fue a recibirlos y el padre Hidalgo escuchó contento la noticia de que en 
la ciudad de Monterrey se había proclamado la insurgencia. También aceptó 
que el gobernador Santa María y Juan Ignacio Ramón los acompañaran en su 
viaje a Texas. 
Hidalgo y sus seguidores nunca 
llegaron a su destino. En el camino 
fueron traicionados y en Acatita de 
Baján, cerca de Monclova, Coahuila, 
los capturaron y llevaron a Chihuahua, 
donde fueron fusilados.
En el Nuevo Reino de León, el 
comandante Joaquín de Arredondo 
llegó como gobernador y se dedicó a 
combatir y a perseguir a los partidarios 
de la independencia. Las batallas fueron 
frecuentes y en 1813 varias veces los 
insurgentes trataron de tomar Monterrey, 
pero sin éxito. Ese mismo año ocurrió el 
último enfrentamiento importante: en un 
sitio llamado La Chorreada, los insurgentes 
y los realistas pelearon; en esa lucha participaron 
muchas mujeres valientes. 
Durante varios años, la causa de la independencia pareció estar derrotada 
y sólo en el sur de México José María Morelos y Pavón continuó peleando 
por la libertad. Cuando todo parecía perdido, llegaron al 
noreste de México nuevos insurgentes y la lucha recobró 
fuerza. En el puerto de Soto la Marina, Tamaulipas, 
desembarcaron el español Francisco Javier Mina y fray 
Servando Teresa de Mier, regiomontano, quienes 
fueron duramente atacados y perseguidos. Aunque 
fray Servando fue encarcelado y Mina fusilado, la 
guerra continuó hasta que, fnalmente, triunFaron 
los insurgentes, proclamándose la Independencia de 
México.
Batalla de La Chorreada.
Fray Servando Teresa de Mier.