Cuaderno de actividades de aprendizaje /
Literatura II
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HAMLET.-
¿Y te miraba de frente?
HORACIO.- Con la vista clavada.
HAMLET.-
¡Quién hubiera estado allí!
HORACIO.- Os habría aterrado.
HAMLET.-
Sí, seguramente. ¿Se quedó mucho tiempo?
HORACIO.- Lo que se tarda en contar cien sin mucha prisa.
BERNARDO y MARCELO.- Más tiempo, más.
HORACIO.- Cuando yo le vi, no.
HAMLET .-
Tenía la barba cana, ¿o no?
HORACIO.- La tenía igual que en vida:
de un negro plateado.
HAMLET .- Esta noche velaré.
Quizá vuelva a aparecerse.
HORACIO.- Seguro que vuelve.
HAMLET.-
Si adopta la Fgura de mi noble padre
le hablaré, aunque se abra la boca del inFerno
y me mande callar. Os lo suplico,
si no habéis revelado aún la aparición,
seguid manteniéndola en secreto,
y a lo que vaya a suceder en esta noche
podéis darle sentido, mas no lengua.
Premiaré vuestra amistad. Y ahora, adiós:
en la explanada, entre las once y las doce,
me reuniré con vosotros.
LOS TRES.- Nuestra lealtad a Vuestra Alteza.
HAMLET.- Decid afecto y recibid el mío. Adiós.
Salen [todos menos HAMLET].
¿El espectro de mi padre en armas? Algo pasa.
Sospecho una traición. ¡Ojalá fuese de noche!
Mientras, alma mía, aguarda: la ruindad,
por más que la entierren, se descubrirá.
Sale.
I.iii Entran LAERTES y OFELIA.
LAERTES
Mi equipaje está embarcado. Adiós.
Hermana, siempre que el viento sea próvido
y zarpe algún barco, no descanses
hasta haberme escrito.
OFELIA.-
¿Lo dudas?
LAERTES.- Respecto a Hamlet y su vano galanteo,
tenlo por capricho e impulsiva liviandad,
por violeta de su joven primavera:
precoz, mas transitoria; grata, mas huidiza;
perfume y pasatiempo de un minuto, nada más.
OFELIA.-
¿Nada más?
LAERTES.- Seguro que nada más.
No crecemos solamente en tamaño
y en vigor, sino que con nuestro cuerpo
aumenta la eFcacia de la mente
y el espíritu. Tal vez te quiera ahora
y no haya mancha ni doblez que empañe
sus nobles intenciones. Mas desconfía:
su grandeza le impide su deseo
y su regia cuna le somete.
Él no puede hacer su voluntad
como la gente sin rango, pues de su elección
depende el bienestar de todo el reino,
y por eso su elección se supedita
al voto y aquiescencia de ese cuerpo
del cual él es cabeza. Si te dice que te quiere,