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Practicas el uso del léxico y de la semántica
Actividad de cierre
Lee el siguientecuento
Macario
, de Juan Rulfo (México, 1918-1986). Al terminar
realiza la actividad propuesta.
Macario
Juan Rulfo
Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras
estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que
amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las ranas le espantó el sueño. Y ahora
ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me
pusiera con una tabla en la mano para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la
apalcuachara a tablazos.
.. Las ranas son verdes de todo a todo, menos en la panza. Los sapos
son negros. También los ojos de mi madrina son negros. Las ranas son buenas para hacer de
comer con ellas. Los sapos no se comen; pero yo me los he comido también, aunque no se
coman, y saben igual que las ranas. Felipa es la que dice que es malo comer sapos. Felipa tiene
los ojos verdes como los ojos de los gatos. Ella es la que me da de comer en la cocina cada
vez que me toca comer. Ella no quiere que yo perjudique a las ranas. Pero a todo esto, es mi
madrina la que me manda a hacer las cosas.
.. Yo quiero más a Felipa que a mi madrina. Pero
es mi madrina la que saca el dinero de su bolsa para que Felipa compre todo lo de la comedera.
Felipa sólo se está en la cocina arreglando la comida de los tres. No hace otra cosa desde que
yo la conozco. Lo de lavar los trastes a mí me toca. Lo de acarrear leña para prender el fogón
también a mí me toca. Luego es mi madrina la que nos reparte la comida. Después de comer
ella, hace con sus manos dos montoncitos, uno para Felipa y otro para mí. Pero a veces Felipa
no tiene ganas de comer y entonces son para mí los dos montoncitos. Por eso quiero yo a
Felipa, porque yo siempre tengo hambre y no me lleno nunca, ni aun comiéndome la comida de
ella. Aunque digan que uno se llena comiendo, yo sé bien que no me lleno por más que coma
todo lo que me den. Y Felipa también sabe eso.
.. Dicen en la calle que yo estoy loco porque
jamás se me acaba el hambre. Mi madrina ha oído que eso dicen. Yo no lo he oído. Mi madrina
no me deja salir solo a la calle. Cuando me saca a dar la vuelta es para llevarme a la iglesia a
oír misa. Allí me acomoda cerquita de ella y me amarra las manos con las barbas de su rebozo.
Yo no sé por qué me amarra mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un
día inventaron que yo andaba ahorcando a alguien; que le apreté el pescuezo a una señora
nada más por nomás. Yo no me acuerdo. Pero, a todo esto, es mi madrina la que dice lo que
yo hago y ella nunca anda con mentiras. Cuando me llama a comer, es para darme mi parte de
comida, y no como otra gente que me invitaba a comer con ellos y luego que me les acercaba
me apedreaban hasta hacerme correr sin comida ni nada. No, mi madrina me trata bien. Por
eso estoy contento en su casa. Además, aquí vive Felipa. Felipa es muy buena conmigo. Por
eso la quiero.
.. La leche de Felipa es dulce como las
À
ores del obelisco. Yo he bebido leche de
chiva y también de puerca recién parida; pero no, no es igual de buena que la leche de Felipa.
..
Ahora ya hace mucho tiempo que no me da a chupar de los bultos esos que ella tiene donde
tenemos solamente las costillas, y de donde le sale, sabiendo sacarla, una leche mejor que la
que nos da mi madrina en el almuerzo de los domingos.
.. Felipa antes iba todas las noches al
cuarto donde yo duermo, y se arrimaba conmigo, acostándose encima de mí o echándose a un
ladito. Luego se las ajuareaba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que
se dejaba venir en chorros por la lengua.
..
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