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B
loque
II
Analizas los fundamentos de la racionalidad humana
en el contexto del pensamiento clásico griego
Sócrates les contestaba (y nos contesta a nosotros, dos mil quinientos años
después…) que eso sólo signifcaba que alcanzar el
verdadero
conocimiento era
algo muy difícil, que raramente se lograba. Si nuestras inteligencias en realidad
entendieran lo que es el bien, y porqué practicarlo es lo que verdaderamente nos
conviene, no tendríamos ningún motivo para actuar de otra manera. Si fallamos en
practicar el bien, es porque en realidad aun no lo conocemos. De ahí la importancia de
flosoFar, de buscar la verdad, de “conocerse a sí mismo”.
Otro aspecto revolucionario
de la propuesta de
Sócrates, que quizás
a estas alturas ya hemos advertido, es
que en ella la Filosofía no es
una materia, una área de conocimiento y estudio,
sino sobre todo,
una forma de vida.
Una forma de vida dedicada al conocimiento y
perfeccionamiento de sí;
“una vida
no dedicada
al
autoconocimiento no merece
ser vivida”, solía decir nuestro flósoFo.
Así, a través de la vida flosófca, el hombre lograría descubrir la verdad y
perfeccionarse. Pero no sólo eso: la Filosofía también es, según Sócrates, un
proceso por el que el hombre logra la libertad interior. Los hombres, como ya
comentábamos cuando estudiamos las preocupaciones fundamentales de la Ética,
en el bloque I, con Facilidad son presa de sus impulsos irre exivos.
Frecuentemente
se abandonan a
deseos impetuosos y
arbitrarios, y eso
en muchas ocasiones no
signifca otra cosa que Fallar en sus responsabilidades, desatender sus verdaderos
intereses, o peor aun, dañar a sus semejantes o a sí mismos. Un hombre en esta
situación es para Sócrates un esclavo de sus impulsos. Ahora, la Filosofía como
camino a la verdad y al autoperfeccionamiento, también ofrece al hombre también
una opción para salir de ese estado de servidumbre, y alcanzar una genuina
libertad interior. Este concepto de libertad es un poco distinto al que tenemos en
la actualidad. Comúnmente pensamos la libertad como la ausencia de un poder
externo a nosotros que nos obligue a actuar de una determinada manera. Para los
griegos, libertad era más bien la capacidad de dominarse a sí mismo, de ser frme
frente
a los propios impulsos, para no ser avasallado, esclavizado, por ellos.
Además, Sócrates sostenía que los benefcios
del proceso de autoperFeccionamiento
que en realidad es la Filosofía
se extienden
más allá del individuo: su efecto renovador
se deja sentir a la escala de la comunidad política. Sócrates y sus discípulos vivieron
en una Atenas que acababa de sufrir una derrota dolorosa y casi aniquilante en la
Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.),
a manos de Esparta. Muchos pensaron
que el desastre militar se había debido principalmente a la decadencia moral de los
atenienses, en especial la
de sus gobernantes. Debilitados por su propio egoísmo,
ambición, pereza y cobardía, los atenienses habían sido incapaces de resistir al
ejército de Esparta, una de las ciudades-Estado más importantes de Grecia en ese
entonces, célebre por poseer el ejército más disciplinado y poderoso de la época.
Atenas estaba en ruinas, le urgía reconstruirse y reactivar su economía. Pero
principalmente,
requería resucitar como comunidad política. Dado que la causa
primordial del desastre había sido política, los cimientos de una Atenas nueva
también tendrían que ser, antes que otra cosa, políticos.