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El Correvolando
T±xtO: Versión de María Teresa Lerma Garre²²
I³uStRAc´ÓN: LoUrdes GUzmán
QUe me aµUerde, yo era mUy µhiµo µUando
oí nombrar por primera vez al Correvo-
lando. Y si me aµUerdo, es porqUe µasi,
µasi presenµié Una de sUs hazañas y, en
²odo µaso, es²Uve en medio del barUllo
qUe se armó por sU µaUsa esa madrUgada.
Vean, fUe así: mi amigo, el Pepe, me vino a desper²ar ²em-
prano, µon la no²iµia de qUe la noµhe an²erior el alµalde de
nUes²ra µiUdad, la ¶eal Villa de ·an Felipe de ¸Us²ria, había
dado Una fies²a magnífiµa en sU mansión, en honor de no sé
qUé al²o personaje enviado por el rey de España.
La verdad es qUe de²alles µomo el nombre o la pin²a de los
invi²ados nos dejaban de hielo, mien²ras qUe saber qUe nada
más la µena se µomponía de ²rein²a y dos pla²os y µa²orµe pos²res
—se lo dijo al Pepe sU madre, qUe era Una de las µoµineras de
la µasa— enfiebraba nUes²ra imaginaµión y µodiµia. ¡Pobres
de noso²ros qUe apenas si µomíamos Una vez al día! ·in dUda
algUna, bUsµando bien enµon²raríamos en el pa²io de la µasa,
o en los µorredores qUe llevaban a las µoµinas, algún ²rozo de
pas²el o algUna golosina olvidada. ¿QUién sabe?