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una botella de licor. Con decirte que en
menos de diez minutos ya se la habían
terminado e insultaban a todo el que
pasaba cerca de ellos. Vas a ver que ese
muchacho no tarda en dejarte.
—¡Mientes, Felipa! Lo que sucede es
que te da envidia que yo me vaya a casar.
Con esos ojos y con esos dientes va a
ser difícil que un hombre se te acerque.
¡Eres una bruja!
Al parecer, algo de razón tenía Felipa, ya que pasaron los
días sin que Maclovia tuviera noticias de Joaquín: no se pre-
sentaba en el jardín Unión a escuchar a la banda ni le enviaba
ya tarjetas postales ni fotografías. Hasta que un jueves Felipa
le entregó un recado de Quino.
Maclito:
Me apena darte esta noticia. Acaban de ofre-
cerme un trabajo en el periódico
El Imparcial
de la ciudad de México. Es un empleo im-
portante para mi futuro. Por eso tenemos
que aplazar la boda por tiempo indefinido.
Hasta pronto,
Joaquín.