3.5 Juicio crítico sobre la imagen y uso del cuerpo que ofrecen los medios 
de comunicación. 
Cada género de danza promueve la construcción de un tipo peculiar de cuerpo. La danza 
clásica: un cuerpo esbelto, largo, ingrávido, flexible pero fuerte, ágil y disciplinado. La danza 
contemporánea, un cuerpo expresivo, terrenal, con capacidad para dotar a sus movimientos de 
múltiples matices de energía, tiempo y espacio. La danza folclórica un cuerpo que muestra lo 
nacional, que para unos es un cuerpo espectacular, lleno de colorido; para otros, un cuerpo 
auténtico, que reproduce “fielmente” los movimientos tradicionales y populares; y para otros 
más, un cuerpo capaz de expresar el carácter y problemas nacionales, desde lo más profundo 
de nuestras raíces culturales, y cuestionar la desigualdad social y política que prevalece en 
nuestro país, particularmente en las comunidades indígenas. Pero ¿acaso alguna de estas 
imágenes del cuerpo estético de la danza coincide con la difundida en los espectáculos masivos 
y medios de comunicación? ¿A qué ideales estéticos responde la imagen del cuerpo 
predominante en los medios? 
Foto: Rocío Hidalgo, “Don Quijote” de Raúl Parrao, UX Onodanza, Danza Bizarra, 2007 
Detrás de la concepción de cuerpo promovida por los medios existe un manejo publicitario, 
enfocado al consumo de ciertos productos y servicios. Empecemos con el más evidente: el ideal 
de belleza, que produce una visión peculiar del cuerpo, en particular del femenino. Un cuerpo 
bello es aquel que se mantiene inalterable al cabo del tiempo: un cuerpo esbelto, modelado 
cuidadosamente en los gimnasios, siempre joven y rozagante. Belleza y juventud han sido 
artificialmente vinculadas; de ahí que los espectáculos y programas de radio y televisión 
promuevan acciones encaminadas a lograr la “eterna juventud” o bien a recuperar la juventud 
perdida. ¿Qué formas de comportamiento impone este ideal del cuerpo joven y delgado? 
¿Estos patrones tienen alguna relación con nuestra realidad cultural y corporal? Generalmente, 
no. Más bien responden a las características corporales europeas. 
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