151
ESPAÑOL
I
ZENAIDA: 
(
Abrazándolo otra vez
) ¡Ay, Juan, cómo te quiero!
JUAN: 
Y yo, cómo te quiero a ti. (
Después de abrazarla
) ¿Y 
nuestros hijos?
ZENAIDA: 
Están bien, gracias a Dios.
JUAN: 
¿Y don Rosalío, todavía vive?
ZENAIDA: 
Todavía.
JUAN: 
(
Mirando a su alrededor
) ¡Vaya, pues qué bonito es 
regresar a la tierra de uno! (
A Zenaida
) Voy a ense-
ñarte lo que te traje. (
Saca del morral un rebozo 
colorado con un rapacejo enorme
)
ZENAIDA: 
¡Qué rebozo tan bonito! (
Se lo prueba
)
JUAN: 
Y mira, lo que compré para nuestros hijos. (
Saca un 
sarape
)
ZENAIDA: 
¡Qué bueno, así ya no tendrán frío!
JUAN: 
Y mira, para nuestros hijos. (
Saca una chamarra de 
rebelde sin causa
)
ZENAIDA: 
(
Abrazándolo otra vez
) ¡Ay, Juan, qué bien te ves!
DON ROSALÍO: 
(
Entrando
) ¡Juanito, hombre, qué gusto de verte, qué 
bueno que ya regresaste!
JUAN: 
Don Rosalío, ¿cómo está usted?, ¿cómo sigue de sus 
achaques?
DON ROSALÍO: 
Pues mal, pero aquí ando todavía. ¿Qué me trajiste de 
regalo?
Juan saca del morral una chaqueta de militar, con 
botones dorados.
DON ROSALÍO: 
Eso mero era lo que quería, para acordarme de mis 
tiempos en que era yo federal.
ZENAIDA: 
Pruébesela, don Rosalío.
DON ROSALÍO: 
Déjeme ponerme espuelas y mi sable, para espantar a 
los conejos. (
Sale, llevando la chaqueta
)
JUAN: 
Pues, ahora sí, mi vieja, falta enseñarte lo mero bueno. 
(
Saca un cinturón de víbora, y de él un chorro de pesos
)
Ambos se hincan y juegan con el dinero, muy conten-
tos.
DON NABOR, DON CENÓN, DOÑA BRúJULA: 
(
Melosos, desde fuera
) ¡Juanito!
Juan y Zenaida se ponen a guardar el dinero en el 
cinturón, con toda la rapidez de que son capaces, pero 
entran los otros tres antes de que puedan terminar.
DON NABOR: 
¡Juanito…!
DON CENÓN: 
¡Qué gusto de verte…!
DOÑA BRúJULA: 
¡Con tantos pesos…!
JUAN: 
No son tantos.
ZENAIDA: 
Apenas para el gasto.
DON NABOR: 
Ya los vimos, no seas humilde.
DON CENÓN: 
No te hagas, no te hagas, que suenan.
DOÑA BRúJULA: 
¡Y ese rebozo qué bonito!
DON CENÓN: 
¡Y esa chamarrita!