Las ideas acerca del género se transmiten de generación en generación. Las aprendemos a
través de lo que nos dicen continuamente, de lo que hacemos todos los días y, de manera
muy especial, de las técnicas del cuerpo: formas de moverse, posturas y gestos, los que son
aprobados o rechazados, según las ideas que prevalezcan en el grupo social o comunidad
(Tortajada, 2001).
De este modo el cuerpo biológico, que define el sexo, se vuelve un cuerpo de género, porque la
experiencia de ser hombre o mujer, lejos de ser natural, está sometida a las ideas dominantes
que plantea usos legítimos o ilegítimos del cuerpo.
¿Piensas que en tu comunidad existen movimientos, posturas y gestos que están prohibidos o
son mal vistos en uno de los géneros, pero aceptados en el otro?
Descríbelos y haz un cuadro
de dos columnas; en una escribe los aprobados y en otra los mal vistos para el género
femenino y para el masculino. Ilústralos.
Género femenino
Movimientos aprobados
Movimientos mal vistos
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
Género masculino
Movimientos aprobados
Movimientos mal vistos
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
________________________________
El instrumento y materia prima de la danza es el cuerpo. La cultura occidental ha identificado la
danza como una actividad femenina, “porque a las mujeres se les relaciona con el silencio, las
emociones y la irracionalidad”, ajenos al comportamiento masculino. Sabemos también que la
danza escénica ha separado al intérprete del espectador. La tarea de éste es mirar los cuerpos
en movimiento, sus trayectorias espaciales y sus ritmos. Los cuerpos femeninos son los
cuerpos que “pueden” mirarse (Tortajada, 2001).
Entonces, parecería que la danza es una actividad sólo para las mujeres. Los cuerpos
femeninos son los adecuados para la danza, y los cuerpos que pueden ser mirados. Estas
ideas han hecho que para muchos hombres haya sido imposible pensar siquiera en dedicarse a
la danza.
176