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Las dos hermanas se echaron a reír,
pero el enviado del rey miró atentamente
a Cenicienta y la encontró hermosa bajo
sus harapos. Dijo que tenía obligación de
probar la zapatilla a todas las doncellas
de la región y que sí, que podía probár-
sela. Hizo sentar a Cenicienta, le acercó
la zapatilla al pie y vio que le entraba sin
el menor esfuerzo, como si se la hubiesen
hecho justo a la medida.
Las hermanas no podían creerlo.
Pero casi cayeron al suelo del asombro
cuando vieron que Cenicienta sacaba
del bolsillo de su delantal la otra zapati-
lla y se la ponía.
En ese momento apareció la madrina. Tocó las ropas de
Cenicienta con su varita mágica y las transformó en un vestido
aún más maravilloso que los anteriores. El enviado del rey
la llevó a palacio y el príncipe la encontró más hermosa que
nunca. En pocos días, se casaron.
Cenicienta era tan feliz que olvidó muy pronto los malos
tratos de sus hermanas y las invitó a vivir con ella al palacio
del rey, donde por fin se casaron con dos señores de la corte.
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