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Cuaderno de actividades de aprendizaje /
Literatura II
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MENCIETA.- Calla ya. No ha cerrado la persona el ojo cuando ya tiene el despertador a los oídos, como
quien se ha levantar a tomar purga o velar novios.
INÉS.- ¡Mencieta, Mencieta!
MENCIETA.- Señora, señora, apriesa, que repican a fuego; no nos deje Dios reposar, amén.
INÉS.- ¿Dónde pusiste el tabaque de la yesca?
MENCIETA.- Encima del banco de la herramienta.
INÉS.- ¡Ay, amarga de mí! ¡Jesús, Jesús, si no me he echado todo el candil encima! Plegue a Dios que quien
aquí te puso que malos padrastros y mal panarizo le nazcan en las manos.
PASCUAL.- ¿Con quién lo habéis?
INÉS.-
Ausadas, Mencieta, si tú no me lo pagares, no me tengas por hija de Antón Ramírez Ruiz, Álvarez
,
Alonso de Pisano, Ureña de Pimentel.
MENCIETA.- ¡Jesús! ¿Y a qué efecto se torna a mí?
PASCUAL.- ¿Encarrillárades más nombres, la de los misterios?
INÉS.- Bien los puedo poner, pues que mi padre, sancta gloria haya, fue cuestor, que en cada lugar se
ponía su nombre.
PASCUAL.- Y el Pimentel, ¿de dónde le vino?
INÉS.- ¡Ay, dolor de mí! De la pimienta que vendió en esta vida siendo especiero tres años, dos meses y
medio y cinco días. ¿No veis vos que de pimentibus sale Pimentel?
ARMELINA.- Buenos días les dé Dios.
INÉS.- ¡Jesús, hija Armelina! ¿A qué te has levantado tan de mañana?
ARMELINA.- En toda esta noche no he pegado más los ojos que agora.
INÉS.- ¡Ay, amarga! ¿Y de qué?
ARMELINA.- Esta cabeza parece verdaderamente que se me parte en dos partes.
INÉS.- Ya, ya; de la lejía que debía estar fuerte. Zahúmate, hija, con un poco de romero y de ruda;
también es bueno el azafrán romí tomado en ayunas con el agua de Flibus terre.
PASCUAL.- Que no será nada.
INÉS.- Llégate acá, hija: santiguarte he esta cabeza. En el nombre sea de Dios, que no empezca el humo,
ni el zumo, ni el redrojo, ni el mal ojo, torobisco, ni lantisco, ni ñublo que traiga pedrisco. Los bueyes se
apacentaban y los ánsares cantaban. Por ahí pasó el ciervo prieto, por tu casa, de cabeza rasa, y dijo: “No
tengas más mal que tiene la corneja en su nidal”. Así se aplaque este dolor como aquesto fue hallado en
banco de un tundidor». Calla, hija, que no será nada, con la ayuda de Dios.
PASCUAL.- ¡Suso! Que es medio día; entrar, oíslo, a hacer levantar ese mozo y comiencen [a] andar esos
fuelles.
INÉS.- Ya voy, marido.
PASCUAL.- Yo también quiero entrarme; que si yo no ando en todo, maldita la hacienda que se haga.
ARMELINA.- Y aquí quiero quedarme, señor.
PASCUAL.- Queda enhorabuena; y tú, Mencieta, porque le tengas compañías.
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