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Adviertes la condición humana derivada
de la Filosofía posmoderna
Y entre esas posibilidades se encuentra una muy especial: la
vocación
. La palabra
vocación viene del verbo latino
vocare
, que signifca
llamar
. Así, la vocación es un
llamado, una invitación que el
Ser-ahí
recibe de su conciencia para convertirse en
algo que puede ser. De modo sugerente, Heidegger añade que escuchar nuestra
vocación nos convierte en deudores: vivimos nuestra
vocación, si es auténtica,
como
una deuda con nosotros mismos
, con nuestro destino. En nuestra intimidad
sabemos si lo que estamos haciendo nos está acercando a lo que podemos y
queremos ser, o si estamos desperdiciando nuestro tiempo y energía en cosas que
no tienen nada que ver con ello. En este caso, vivimos la experiencia de la
culpa
.
Como puedes apreciar, Heidegger hace ingresar al vocabulario de la Filosofía
palabras que nombran cosas de gran interés para la gente común, es decir, para
todos nosotros: preocupación, vocación, culpa, entre otras.
Estas son las principales pistas que Heidegger nos ofrece para alcanzar una
existencia auténtica. Paradójicamente, para él el primer paso para llegar a ser
dueños de nuestra vida es asumir nuestra muerte, apoderarnos de ella. Hasta
ahora, la Filosofía de Heidegger se nos presenta como un esfuerzo por pensar a
la humanidad en armonía con la naturaleza, y a cada persona, cada
Ser-ahí,
como
una realidad Frágil pero de gran dignidad, benefciaria de la oportunidad de llevar a
buen fn la aventura única que cada uno de nosotros es. El comprender que algún
día dejaremos de estar en el mundo nos incita a aprovechar cada momento, y a
reconocer lo que realmente queremos hacer. Y se vale interpretar así el legado de
Heidegger. Por eso ha sido útil en campos como la Psicoterapia.
Pero lamentablemente, el propio flósoFo parece haber sacado de sus ideas
conclusiones muy distintas. Resulta que, en uno de los episodios más desconcertantes
y trágicos de la historia de la Filosofía, Martin Heidegger, quizás el más importante
flósoFo del siglo XX,
decidió apoyar al nacionalsocialismo alemán, en 1933. La
evidencia es irrefutable: se conocen perfectamente
las conferencias y los discursos
en los que Heidegger apoya con entusiasmo al mismísimo
Hitler, y expresa su
optimismo y alegría ante el proyecto nazi de conducir a Alemania a la grandeza
histórica. Además, el flósoFo nunca, a lo largo de su vida,
mostró ninguna señal de
arrepentimiento por haber respaldado a los nazis, ni aun cuando terminó la Segunda
Guerra Mundial, con Alemania aniquilada,
y la fe de la humanidad en sí misma
hecha añicos. Se han escrito muchos libros para tratar de comprender cómo es que
Heidegger se volvió nazi. Algunos dicen que, si se leen con detenimiento sus obras,
hay en ellas
ideas que de modo natural conducen a posturas afnes a la ideología
nazi. Otros afrman que Heidegger Fue incoherente con su ilosoFía al asumir ese
compromiso político, y que no hay nada en ella que lo justifque.
Los argumentos de ambos bandos son bastante sofsticados, y se apoyan en
lecturas muy detalladas, no sólo de los principales libros del autor, sino también de
conferencias y discursos que sólo salieron a la luz muchos años después de que
fueron pronunciados. Así que no podemos entrar en detalles.