Practica esta lección: Ir al examen
137
beber té, ni quiso las caricias de su ma-
dre, que no sabía qué le pasaba a su hijo.
Al día siguiente, nada más llegar a la
escuela, incluso antes de sentarse, vol-
vió a agarrar a la maestra por la manga,
y la llevó hasta la tarima, señalando el
pizarrón, el cuaderno, a él… Mientras lo
hacía emitía sonidos llenos de energía,
que, al fin, conmovieron a Fatimetu.
—Te enseñaré, Kori, te enseñaré. No
sé cómo, pero te enseñaré.
Desde luego, no fue fácil. Fatimetu
empezó por escribir Kori en el cuaderno,
y le señaló.
Kori sintió una gran excitación:
¿Aquellos signos con forma de dunas
eran él? ¿Su nombre? ¿Labios redondos,
dientes?
—Ko-ri —repetía Fatimetu, asintien-
do. Llevaba los dedos del niño hasta su
garganta y volvía a pronunciarlo, dejan-
do que Kori sintiera la vibración de sus
cuerdas vocales en las yemas de sus dedos.
Kori dibujó su nombre, más o menos
bien, más o menos mal. Luego, Fatimetu
se señaló a sí misma, dijo “Fatimetu”, y
lo escribió.
Y así empezó Kori a leer y escribir.