El paso del tiempo en la vida diaria en el campo, 
los pueblos, el puerto de Manzanillo 
y la ciudad de Colima
Entre 1821 y 1920 Colima fue, en general, un 
estado tranquilo. Tanto en sus campos, pueblos, 
congregaciones, como en el puerto y la ciudad de 
Colima, la vida transcurría en paz y la mayoría de las 
personas tenía trabajos relacionados con el campo; 
por eso madrugaban para dedicarse a sus quehaceres 
durante el día, comían a sus horas y se dormían 
temprano.
El tiempo transcurría lentamente y era regido por dos 
temporadas: la de secas y la de lluvias. En los pueblos 
indígenas, las haciendas y rancherías se alternaban los 
meses para sembrar y cosechar; o bien, para cuidar y 
engordar el ganado. Todos los días eran casi iguales, 
salvo que alguien enfermara o sufriera un accidente. El ritmo de la vida 
en Manzanillo era distinto porque lo marcaba la llegada y la partida de los 
barcos que traían y llevaban pasajeros y cargas comerciales. 
Las casas en aquellos años eran espacios de producción 
agropecuaria, amplias y frescas, tenían techo de teja roja, una 
serie de cuartos y la cocina alrededor de un patio central. Al 
fondo había grandes terrenos para sembrar árboles frutales 
de todo tipo y maíz, o para construir porquerizas y gallineros. 
Así, muchas familias producían y elaboraban en casa algunos 
productos para su consumo durante todo el año.
Los domingos marcaban un descanso, pues la gente se ponía su 
mejor ropa para asistir a misa, dar vueltas en plazas y jardines, 
e ir de compras al mercado o a las tiendas de la ciudad y de los 
pueblos.
Reflexiona
Identifica y comenta qué diferencias encuentras entre las formas de 
vestir de las personas de la primera imagen y las del presente.
Un ranchero, su mujer y un 
hacendado en las afueras 
del jardín Núñez.
Muchas de las casas contaban con grandes 
corrales que permitían el cultivo de huertos.
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