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No todos los cambios en el Distrito Federal se 
debían a la acción humana. Las inundaciones 
producían daños frecuentes, también los 
temblores. En el siglo 
XIX
y a inicios del 
XX
, 
cuando temblaba, se hacía sonar las campanas 
de las iglesias, la gente salía de sus casas, se 
hincaba y rezaba para que terminara el temblor.
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Los temblores causaban tanto miedo como ahora, 
y lo más grave era que no se tenía conciencia de la 
prevención de desastres.
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La gente del siglo 
XIX
era muy supersticiosa, lo que se 
demuestra en esta página de un periódico de esa época.
No se vivía igual en el campo que en la ciudad
En la zona rural del Distrito Federal, muchos campesinos apenas tenían para dar de comer a sus 
familias. Los dueños de las haciendas no les pagaban con dinero sino con vales que sólo podían 
canjear en la tienda del propio patrón (llamada “tienda de raya”), así que no podían ahorrar ni 
comprar cosas que no fueran las que él les vendiera. En las fábricas y talleres de la zona urbana, 
los obreros trabajaban más de 10 horas al día por muy poco dinero.
La gente con más recursos vivía en mansiones 
situadas en lo que ahora es el Centro Histórico, 
Tacubaya, Coyoacán y Tlalpan. En San Ángel 
había muchas haciendas y casas de campo 
para descansar. Al servicio de esas personas 
trabajaban muchas otras que se encargaban 
de atenderlos en todo momento, de llevarlos 
a donde quisieran, de cocinar y realizar los 
quehaceres domésticos o laborales.
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Casa construida a inicios del siglo 
XX
en la colonia 
Roma, aún se mantiene en pie, como otros edificios de 
esa zona.