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Lean las cartas de 
los operarios que se 
encuentran en la página 
125 y con base en ellas 
realicen lo siguiente:
• 
Dividan al grupo 
en dos, una parte 
representará a los 
presos y escribirá una 
carta a sus familiares 
para explicarles lo dura 
que es la vida por las 
difíciles condiciones 
del lugar.
• 
La otra parte 
representará a los 
familiares que viven 
en el centro del país y 
responderá a los presos 
dándoles a conocer 
que la Revolución ha 
llegado a su fin.
• 
Puedes ilustrar tu 
carta.
• 
Compartan y comenten 
su trabajo con el 
grupo.
• 
Conserven su trabajo 
en el portafolio de 
evidencias.
Aquella ventaja permitió a May disponer de la producción 
y, además, controlar la venta del chicle extraído por los 
mayas que estaban bajo su mando. Impuso su autoridad 
mediante azotes para quien se atreviera a desobedecerlo, al 
grado que el gobierno consideró que era necesario impedir 
que aquellas prácticas continuaran, debido a que eran 
peores que las injusticias cometidas durante el Porfiriato. 
Por ello, el gobernador del territorio de Quintana Roo, José 
Siurob, firmó un acuerdo con los mayas en 1929 en el que 
se comprometía a darles permisos para extraer el chicle, 
les recordó que eran libres de vender la resina a quien ellos 
desearan y prohibió los azotes, entre otras cuestiones. 
Mientras tanto, la rutina de los chicleros siguió siendo 
la misma. Lo primero que hacían era el “monteo”, o sea, 
exploraban la selva para comprobar que en cierta zona 
hubiese la cantidad suficiente de árboles de chicozapote 
para garantizar una buena extracción. Una vez que 
escogían el área del monte, organizaban campamentos 
chicleros compuestos de cinco o más 
hatos
, o grupos de 
15 a 20 hombres cada uno. Por lo general construían 
varias chozas con palos y techo de huano: una destinada 
para el almacén donde guardaban los víveres, los útiles de 
trabajo y la mercancía, otra para la cocina y una más como 
dormitorio de los chicleros.
El chiclero iniciaba el trabajo en la madrugada, escogía 
el árbol que había de picar y colocaba una bolsa de lona, 
llamada “chivo”, en la parte de abajo, que servía para 
recoger la resina que emanaba debido a los cortes que 
de manera ascendente hacía el chiclero con su filoso 
machete. En ocasiones esta tarea era peligrosa porque 
solía ocurrir que el novato cortaba accidentalmente la 
soga que lo sostenía, y caía al suelo desde una altura 
considerable.
Después de picar unos seis árboles diariamente, el 
chiclero recogía las bolsas llenas de látex y las depositaba 
en el campamento. Los fines de semana los dedicaba 
a cocer el chicle en enormes pailas, para quitarle la 
humedad. Una vez que terminaba depositaba el producto 
en marquetas que tenían capacidad para contener unos 
12 kilos de chicle y, de esta manera, quedaba listo para la 
venta.
Comprendo  
y aplico
Bolsa para recoger la resina 
del árbol del chicle.