Todavía es posible apreciar, en muchas comunidades de la 
entidad, casas edificadas con paredes de cañas o tablones de 
madera, cubiertas con techos de palma.
El cayuco, la hamaca, el petate y el pabellón también son de 
invención prehispánica. El primero ha servido para transportar 
a los tabasqueños por los ríos y lagunas en diferentes épocas. 
La hamaca y el petate se emplean para el descanso y el 
pabellón para evitar que los mosquitos entren a la casa. 
En la cocina tabasqueña actual está presente la herencia 
prehispánica, tanto en los utensilios de uso cotidiano (comal, 
apaste, cajete, metate, molcajete, jícara, coco, cernidor, leque y 
bush), como en los alimentos que se preparan (tortillas, tamales, 
pozol y chocolate). Los alimentos de origen prehispánico no 
sólo son muy antiguos; también son deliciosos y muy nutritivos.
Algunos instrumentos musicales que hoy ejecutan los 
tabasqueños, como el tambor, la concha de tortuga, el tunkul, 
el chinchín, la flauta de carrizo y el caracol marino, son también 
herencia de las culturas prehispánicas.
¿Sabías que…?
Los indígenas cocían los 
granos de maíz en agua 
con cal. De esta manera, 
facilitaban su digestión 
y, al mismo tiempo, los 
fortalecían con calcio. Esta 
forma de cocimiento llamada 
nixtamalización, permite que el calcio 
se fije en los huesos cuando se ingieren 
alimentos o bebidas hechos de maíz.
La vivienda prehispánica no ha cambiado 
mucho a pesar del tiempo que ha 
transcurrido desde su invención.
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