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Libro para el Maestro
•
La concepción teleológica de la moral, que concibe a ésta
como un interés primordial por algún bien o valor
objetivo y de gran escala, por ejemplo la felicidad de la
humanidad, la belleza o la gloria de un dios;
•
la concepción jurídica de la moral, que entiende la moral
en términos de leyes sistemáticas, obligaciones y unas
conexiones universalmente recíprocas entre derechos y
deberes;
•
la concepción de autorrealización de la moral, que
considera la vida humana y las relaciones sociales desde
el punto de vista del yo y de sus cualidades, sean éstas
estables (la versión estática, que subraya las disposicio-
nes virtuosas) o cambiantes (la versión dinámica, que
subraya el desarrollo);
•
la concepción procedimental de la moral, que destaca los
aspectos y los procedimientos estructurales de la delibe-
ración (la versión intelectual) o de la elección (la versión
voluntarista) en las decisiones morales;
•
la concepción intuicionista de la moral, según la cual los
valores y los principios morales son directamente
perceptibles, del mismo modo que se aprehenden de
forma inmediata las proposiciones evidentes o las
cualidades sensoriales primitivas;
•
la concepción romántica de la moral, que se rebela contra
la mayoría e incluso la totalidad de las instituciones
sociales y otras estructuras, porque las considera esclavi-
zantes, pueriles y, en última instancia, inmorales, y
entiende la moral como la liberación de una especie de
ingenuidad cultural.
La mayoría de profesores y administradores se identificarán
con al menos una de estas concepciones, pero es más
probable que confiesen compartir más de una. Wren (1983:
81) las reduce a dos grandes grupos que él denomina, de
forma un tanto extraña, las formas deóntica y ética de la
moral. La primera es una función social más extramoral, y la
segunda más intramoral, reflejo del ámbito personal. Las
características fundamentales del grupo deóntico, dice el
autor, se ajustan a la idea de acción correcta (unas caracte-
rísticas relativamente impersonales como la justicia, los
juicios, los criterios de imparcialidad, los deberes, los
derechos, las reivindicaciones, etc.) y por consiguiente
incluye las concepciones jurídica, procedimental e intuicio-
nista. El profesor que se identifica con este grupo probable-
mente pondrá mayor énfasis en el desarrollo de los alumnos
como buenos ciudadanos y con un sentido del deber cívico.
El grupo ético (teleológico, de autorrealización y romántico)
se denomina así porque sus características fundamentales
se ajustan a las diversas idas personales de bien (por
ejemplo la felicidad, la autoafirmación, la excelencia
personal, la autenticidad, la autonomía y otras formas de
prosperidad humana), unas ideas que caracterizan el
espíritu o el carácter de la cultura propia y al propio yo, y
que probablemente favorecerá el profesor que busque la
felicidad personal de los alumnos.
Si se piensa bien, la distinción entre moral ética y deóntica
es útil para determinados propósitos, pero excesivamente
dualista para tenerla como una distinción absoluta, porque
no explica la interdependencia que existe entre lo intramo-
ral y lo extramoral […] Preferiría referirme a los aspectos
privados y públicos de la moral, pero recelo de establecer un
dualismo tan artificial como éste entre extramoral e
intramoral. Los aspectos privados y públicos, intramorales y
extramorales, éticos y deónticos de la moral, aunque se
pueden separar de forma provisional para hablar de ellos,
no existen independientemente los unos de los otros, sino
que se construyen los unos sobre los otros. Una persona
autónoma o autorrealizada debe tener un compromiso
personal con el deber público para que esos aspectos
tengan sentido.
Concepciones de moral
Felicity Haynes.
Ética y escuela ¿Es siempre ético cumplir las normas de la escuela?
Trad. Roc Fililla Escolà. Barcelona: Gedisa, Biblioteca de Educación, 2002, 1
ª
. ed., pp. 27-28.