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Libro para el Maestro
Hemos insinuado en varios
momentos que
existe cierta contraposición entre los enfoques de educación
para la paz, la información y los contenidos cognoscitivos, y
aquellos que ponen el acento en la obtención del compromi-
so personal de los individuos.
La controversia tiene raíces históricas. Los países pioneros
en educación para la paz, nórdicos y anglosajones, compro-
baron hace algunos años la aparición de un nuevo tipo de
alumnado modélico: capaz de aprender y memorizar
cualquier cosa, incluso lo que se le enseñaba sobre las duras
condiciones de vida en África y, sin embargo, carente de una
concepción global y solidaria del mundo. Pronto se percata-
ron de que saber mucho sobre África no presupone que la
actitud personal hacia sus habitantes vaya a cambiar. Para
ello hay que aprender a partir de una emoción empática,
que contribuya a fomentar la aparición de conductas
prosociales respecto de los países del Tercer Mundo,
entendiendo por prosocial la conducta que fomenta el
socorro, la cooperación, el deseo de compartir, simpatizar,
confortar, regalar, etcétera.
De ahí surgió lo que David Wolsk y Rachel Cohen han
denominado
enfoque socioafectivo
, que pretende
combinar la transmisión de información con la vivencia
personal para lograr la aparición de una actitud afectiva. La
empatía, el sentimiento de concordancia y correspondencia
con el otro, presupone seguridad y confianza en uno mismo,
así como habilidad comunicativa verbal y no verbal. Se
trata, por tanto, de que, como individuos que forman parte
de un grupo, cada persona viva una situación empírica, la
sienta, la analice, la describa y sea capaz de comunicar la
vivencia que le ha producido.
El esquema es simple:
1.
Se genera un
clima previo
mediante algunos ejercicios de
creación de confianza y de grupo.
2.
Se parte de una
situación empírica
, una actividad (un
juego, una simulación, un experimento, demostración, la
combinación de una lectura en voz alta con la imagina-
ción personal.
..) que realiza todo el alumnado. Lo mejor
es que la actividad tenga una dosis de espontaneidad,
que desborde la idea preconcebida.
3.
Se procede a la
discusión
, que se inicia con una pregunta
como “¿qué ha sucedido?, ¿cómo te has sentido?”.
4.
Se generaliza la discusión y se intenta poner en común
las impresiones.
5.
Tras la motivación de la experiencia vivida, se puede
pasar a la información.
Para que sea posible aprender en la propia piel, meterse en
la piel del otro, es necesario huir de la moraleja fácil o
aprovechar la puesta en común para pontificar o dar una
clase. Lo principal es que todos describan sus vivencias. Para
diseñar las situaciones empíricas de partida es necesario
recordar, además, que el interés fundamental del niño es él
mismo y que su capacidad de comunicación no verbal
—producto de su aprendizaje inicial del mundo exterior a
través de sentidos como el tacto, el oído, el gusto…— es
superior al del adulto.
El enfoque socioafectivo
Seminario de Educación para la Paz. “El enfoque socioafectivo”, en
Educación para la Paz
.
Barcelona: Edupaz/Libros de la Catarata, 2000, pp. 48-50.